¿Muerta? No, sólo se tomó un respiro

La protesta social popular en Colombia, fue la manera en cómo los ciudadanos, expresaron su descontento ante un gobierno que decía ser democrático y participativo, pero resultó ser autoritario y dictador. Una serie de acontecimientos que afectaban directamente al colombiano de a pie, desencadenaron una lucha que venía gestándose ya hace muchísimo tiempo, a raíz de multiplicidad de necesidades e injusticias a las que los colombianos lamentablemente estaban acostumbrándose. Como es ya conocido, la protesta surge ante la implementación de una reforma tributaria, pero no simplemente por ella, esta fue la gota que derramó el vaso, el momento cúspide que desató el estallido social a lo largo y ancho del territorio colombiano. En Colombia existe un malestar social, al cual se suponía estaban articulados múltiples sectores, todos luchando y resistiendo desde distintos puntos a nivel nacional y estructural con el ánimo de ser escuchados, ya se ha hablado de los impactos que la lucha social ha generado, sin embargo, en este punto histórico, es necesario que se analice toda la situación de injusticia y de la misma corrupción que se viene presentando dentro de este paro nacional. Han sido ya 51 días de lucha, de sacrificios, de confrontación, de violencia, “51 días de masacre en Colombia”, ¿qué puede estar sucediendo a estas alturas en el pensar y el sentir del colombiano que lucha, y hoy ve, que el resultado de su esfuerzo y sacrificio, es insignificante ante el gobierno, puesto que su única repuesta es represión e indiferencia total?

La crisis aumenta al derogarse en el congreso puntos clave de los pliegos de petición a los que el mismo presidente se comprometió a cumplir públicamente, tal fue el caso del proyecto de “Matricula cero” que este miércoles 16 de junio, fue hundida en la comisión sexta del senado. Este proyecto de ley que buscaba que los estudiantes de estratos bajos de las universidades publicas tuvieran matricula gratuita. La iniciativa, radicada por los senadores de oposición Wilson Arias, Antonio Sanguino y Gustavo Bolivar, tuvo dos votos a favor y 5 en contra. La famosa propuesta apagaincendios de la matricula cero, se hundió, la dejaron como una falsa promesa de este gobierno, y aun así hay senadores que se atreven a gritar a los jóvenes “estudien vagos”, pero les niegan la oportunidad de entrar a estudiar sin tener que cancelar una costosa matricula. Y no es solamente el inconformismo que se tiene con el gobierno ante su incumplimiento al compromiso hecho con los estudiantes, sino también la sospechosa interrupción de negociaciones por parte del comité nacional de paro (CNP), en cabeza de sindicatos como la CUT (Central Unitaria de Trabajadores) y FECODE (Federación Colombiana de Educadores) que en un primer momento se suponía eran los voceros del pueblo, un pueblo cansado de las injusticias, un pueblo hambriento, que clama y exige, lo que es suyo y durante tantos años le han usurpado los altos mandos del poder. Si se suponía entonces que estas personas representaban al pueblo y sus necesidades. ¿Cuál es la razón por la que estos sindicatos se levantan de la mesa de diálogo y de las negociaciones sin haber logrado acuerdos y garantías para los ciudadanos?, ¿hubo tal vez intervención del gobierno que ofreció a los negociadores ciertos benéficos para que desistieran de su misión?

Por otra parte, desde la perspectiva de los jóvenes también se visibiliza una crisis de la representatividad. Si bien es cierto que hasta un momento se pensaba que, tanto marchantes como representantes en la mesa de negociación perseguían ideales semejantes, se observa cómo la población que protesta, hoy en su mayoría jóvenes, no se sienten representados con estas personas que tuvieron un acercamiento directo con los organismos gubernamentales. Así también se encuentra el debilitamiento de la protesta social; la disminución significativa en la cantidad de marchantes puede explicarse de cierta manera por causa y efecto de los medios tradicionales de comunicación, los cuales nos generan un cerco de necesidades, miedo y pánico colectivo. Es aquí donde se demuestra que el accionar de los medios ha generado un terrorismo mediático, que incide en el imaginario de las personas, ya sea en el televidente, el oyente o lector que no se cuestiona ¿Cómo realmente suceden las cosas?, ¿Cuáles son los verdaderos intereses de estos medios?, ¿muestran acaso la realidad de la situación del país o simplemente responden a necesidad y conveniencia de los grandes monopolios que las manejan? Ante esta situación, han surgido nuevas herramientas que se han viralizado y mediante las cuales ha sido posible mostrar no solo al país sino al mundo, la represión y la violencia en la que está sumido el pueblo colombiano, estas herramientas son las redes sociales. Con ellas el colombiano del común tuvo la oportunidad de grabar y compartir todo lo que sucedía, tal y como sucedía, sin maquillaje, ni amarillismo, estando al filo del cañón como un verdadero comunicador social, lo que no hace la gran mayoría de periodistas de los medios tradicionales. Es de esta manera como se observa que la gente del común puede generar opinión, y a pesar de que fueron censurados, atacados y perseguidos, los mismos ciudadanos lograron poner los ojos del mundo en este país, cosa que nunca habrían permitido la radio, prensa y televisión al servicio del estado. Este es por ello, un llamado de atención a todos y cada uno de los medios de comunicación que censuran, que toman partido y se van de lado aquel bando que le ofrezca más, aquellos que, sin importar el sufrimiento de su gente, hacen como si nada estuviese sucediendo, los que evaden todo tipo de situación incomoda e inconveniente para ellos, los que no comprendieron el concepto de ética y transparencia y hoy por hoy generan caos y división en toda la nación.

En conclusión, se reconoce el descontento social que permanece latente en los colombianos, puesto que se tuvo la oportunidad de generar un cambio a nivel político, económico y social, pero lastimosamente debido al debilitamiento de la protesta social, al pueblo le queda el sin sabor de seguir viendo como el proceso de transformación social, es simplemente una utopía. No obstante, los jóvenes en especial los estudiantes siguen en pie de lucha y con la idea de transformar el país, a pesar de que se ha perdido el apoyo de muchísimos gremios que han desistido.

Como siempre sucede, al final son los jóvenes los que tendrán la valentía de continuar al frente, resistiendo, luchando por sus derechos, y por los de todas esas generaciones que vendrán después, los jóvenes unidos por el descontento, la rabia, la impotencia, el odio, pero también por la esperanza, dicen firmemente: “La lucha no ha muerto simplemente se ha tomado un respiro”.

Por: Diana Victoria Valencia Calpa